Mi historia

CONSTRUIR UNA JUSTICIA CON ROSTRO DE MUJER

Mi caso particular y mi lucha

Sufrí violencia no solo de un hombre, sino de algo aún más devastador: el propio Sistema. Intenté hacer lo correcto: proteger a mis hijas y mi vida, buscando justicia. Sin embargo, el Sistema no solo me falló, sino que me castigó. Fui separada de mis hijas durante años y estigmatizada públicamente como una “mala madre” por lo que se entendió como priorizar mi carrera y mi independencia económica, algo que nunca fue cierto. En España, la proyección e independencia de la mujer todavía se penaliza, sobre todo cuando no encajamos en el perfil que la sociedad espera.

A esa forma de maltrato la he denominado, tras años de reflexión e investigación, “la otra muerte”: una muerte civil, institucional y simbólica que muchas mujeres y madres sufrimos cuando nuestras voces no se consideran legítimas porque no damos el perfil de víctima que las instituciones esperan —especialmente— cuando somos cualificadas, independientes y reconocidas profesionalmente y no cometemos ilegalidades para proteger a nuestros hijos.

Del dolor a la acción

Pese a todo, decidí no callar. Lo único que no lograron arrebatarme fue mi capacidad de análisis, mi vocación jurídica y, menos aún, mi convicción de que es posible —y necesario— cambiar el Sistema. Transformé ese dolor en una herramienta de lucha jurídica y política. Empecé a escribir, a investigar, a impartir conferencias. Me involucré en foros, publicaciones y proyectos tanto nacionales como internacionales en defensa de los derechos de las mujeres y la infancia.

De la experiencia personal al compromiso colectivo

Mi experiencia personal, marcada por una profunda injusticia judicial, no solo transformó mi vida, también consolidó mi compromiso profesional y académico. Haber enfrentado decisiones injustas, reforzó mi convicción de que la defensa de los Derechos Humanos debe hacerse desde una perspectiva jurídica, rigurosa, crítica y humana.

De ahí surgió una labor investigadora y académica intensa, con participación activa en congresos, publicaciones y proyectos nacionales e internacionales. Pero comprendí que esta lucha debía ir más allá del plano académico y llegar al legislativo, impulsando reformas en el Congreso y en los Parlamentos autonómicos para proteger de forma efectiva a miles de mujeres y menores en España, sin importar su origen o nacionalidad.

Todo ello lo he emprendido sin apoyo institucional ni financiación externa, únicamente con mis propios recursos, mi esfuerzo constante y una convicción ética y cívica inquebrantable.

Porque hay batallas que no se eligen, pero tampoco se abandonan.

Así empezó todo, y en ello sigo.