Propuesta intergeneracional complementaria a la Ley de Dependencia. Persona mayor con joven.

Propuesta intergeneracional complementaria a la Ley de Dependencia

El envejecimiento demográfico se ha consolidado como uno de los mayores desafíos para el sistema de bienestar social en España. La combinación de una población cada vez más longeva y una natalidad en mínimos históricos tensiona al límite los recursos de la Ley de Dependencia, cuya gestión lenta y burocrática no ha logrado dar respuesta eficaz a las necesidades reales. A esta situación se suma otro problema estructural: la soledad no deseada que sufren miles de personas mayores, condenadas a vivir en soledad.

Ante este panorama, presento una propuesta legislativa innovadora que contempla dos modelos de convivencia formalizada entre generaciones. El primero, entre personas mayores y jóvenes; el segundo, entre personas mayores y familias dispuestas a compartir hogar bajo un marco regulado y con garantías jurídicas. Ambos se asientan sobre derechos y obligaciones claramente definidos y con el respaldo del Estado.

El objetivo no es sustituir, sino complementar la Ley de Dependencia. El sistema estaría orientado a los grados leves o moderados de necesidad, permitiendo que mayores acreditados mediante evaluación funcional convivan con jóvenes o familias que asuman tareas de acompañamiento, apoyo doméstico, asistencia a citas médicas y comunicación de incidencias. A cambio, los jóvenes podrían acceder a vivienda asequible, dando lugar a un modo más de solución habitacional, una de las grandes carencias de nuestro país, y las familias disfrutar de beneficios fiscales y medidas de conciliación laboral. En ambos casos, se contemplarían estímulos adicionales: parte de la manutención cubierta, cobertura básica de salud, deducciones fiscales, cotización a la Seguridad Social o compensaciones económicas. Todo ello bajo acuerdos voluntarios, formalizados y supervisados por la Administración, con cláusulas de duración mínima, posibilidad de prórroga y mecanismos de mediación para resolver conflictos.

El modelo se sustenta en principios de voluntariedad, dignidad y reciprocidad, con equilibrio de cargas entre las partes. Para las personas mayores, supondría un alivio frente a la soledad y un refuerzo de su autonomía; para los jóvenes, acceso a vivienda y experiencia en cuidados sociales; para las familias, una fórmula de apoyo que ayude a su economía doméstica con un método enriquecedor y humano del cuidado de nuestros mayores; y para el sistema público, un recurso complementario que descongestione servicios y concentre los esfuerzos en los casos más graves. Además, aportaría un valor añadido: reforzar la cohesión social mediante la recuperación de los lazos intergeneracionales y la puesta en valor del respeto hacia los mayores.

Los retos son evidentes: garantizar una evaluación rigurosa de las capacidades funcionales de los mayores, seleccionar y formar adecuadamente a los jóvenes, asegurar una financiación sostenible para los incentivos, coordinar a las distintas administraciones y establecer mecanismos de control que prevengan abusos o precarización. Por ello, la iniciativa propone arrancar como proyecto piloto en varias comunidades autónomas, con evaluaciones periódicas de impacto antes de su extensión a nivel nacional.

Esta propuesta aspira a convertirse en iniciativa legislativa formal en el Congreso de los Diputados, con financiación inicial para proyectos piloto y un reglamento que asegure seguridad, equidad y viabilidad. Si prospera, la inclusión intergeneracional en el cuidado de personas mayores se erigirá en un avance decisivo en la política social española: una respuesta flexible, innovadora y humana al reto del envejecimiento, que revaloriza la convivencia y promueve una auténtica solidaridad entre generaciones.


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